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Sólo para mayores: 20 reglas básicas


CON EL MEJOR DE MIS DESEOS,
QUIERO OBSEQUIARTE ESTAS RECOMENDACIONES... Espero que sean de tu agrado
Un abrazo
Paco desde Madrid
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20 reglas básicas:

1. Es hora de usar el dinero que usted ahorro durante toda su vida. Usarlo para usted, no para guardarlo para que lo disfruten los que no conocen el sacrificio de haberlo conseguido, generalmente personas que ni siquiera son de la familia: Yernos y nueras!! Recuerde que no hay nada mas peligroso que un Yerno con ideas. Cuidado: No es época de inversiones por maravillosas que parezcan, estas solo le traerán angustias y esta época es para tener mucha paz y tranquilidad.

2. Deje de preocuparse con la situación financiera de hijos y nietos; no se sienta culpable de gastar su dinero en usted mismo. Probablemente, usted ya les ofreció lo que fue posible en la infancia y juventud como una buena educación. Ahora por tanto, la responsabilidad es de ellos.

3. Ya no es época de sostener a nadie de su familia; sea un poco egoísta, mas no usurero. Tenga una vida saludable, sin grandes esfuerzos físicos. Haga gimnasia moderada y aliméntese bien.

4. Compre siempre lo mejor y más fino, al fin y al cabo es para usted. Recuerde que en esta época, un objetivo clave es gastarse el dinero en usted, en sus gustos y caprichos. Después de muerto el dinero solo genera odios y rencores.

5. Nada de angustiarse por poca cosa. En la vida todo pasa, sean los buenos momentos que deben ser recordados, sean los malos que deben ser rápidamente olvidados.

6. Independiente de la edad, mantenga vivo el amor siempre.

7. Esté en todo momento limpio, tome un baño diario; sea vanidoso, frecuente al peluquero, arréglese las uñas, vaya al dermatólogo, al dentista, y use perfumes y cremas con moderación. Ya que ahora usted no es guapísimo, esté por lo menos bien cuidado.

8. Nada de ser muy moderno, intente ser clásico. Es triste ver gente mayor con peinados y atuendos hechos para jovencitos.

9. Lea libros y periódicos, oiga radio, vea buenos programas en la TV, ingrese a internet, envíe y responda e-mails, llame a los amigos. Manténgase siempre actualizado.

10. Respete la opinión de los jóvenes a pesar que a veces pueden estar equivocados.

11. Jamás use la expresión “en mis tiempos”, pues su tiempo es hoy.

12. No caiga en la tentación de vivir con los hijos o nietos aunque de vez en cuando vaya unos días como invitado. Consiga más bien un ama de llaves que le acompañe y colabore con las tareas del hogar y sólo tome esta decisión cuando no de más o el fin esté bien próximo.
Puede ser muy divertido convivir con gente de su generación y lo más importante, no dará trabajo a nadie.

14. Cultive un “hobby” como viajar,caminar, cocinar, leer, danzar, criar un gato, un cachorro, cuidar de plantas, jugar cartas, golf, ingresar a Internet, pintar, ser voluntario o coleccionar algo. Haga lo que le gusta y lo que sus recursos le permitan.

15. Acepte todas las invitaciones de bautizo, grado, cumpleaños, casamiento, conferencias. Visite museos, vaya al campo.... lo importante es salir de casa por un rato. Pero no se disguste si no lo invitan porque a veces no se puede. Seguramente cuando usted era joven tampoco invitaba a sus padres a TODO.

16. Hable poco y oiga más pues su vida y su pasado sólo le interesan a usted mismo. Si alguien le pregunta sobre esos asuntos, sea breve y procure hablar de cosas buenas y agradables. Jamás se lamente de algo. Hable en tono bajo y con cortesía. No critique nada, acepte las situaciones tal como son. Todo es pasajero. Recuerde que pronto volverá a su casa y a su rutina.

17. Los dolores y las molestias estarán siempre presentes, no las vuelva más problemáticas de lo que son hablando sobre ellas. Trate de minimizarlas. Al final, ellas lo afectan solamente a usted y son problemas suyos y de sus médicos.

18. No permanezca tan apegado a la religión ahora de viejo, rezando e implorando todo el tiempo como un fanático. Lo bueno es que en breve, podrá hacer sus pedidos personalmente.

19. Ría, ría mucho, ría de todo, usted es un suertudo, usted ha tenido una vida, una larga vida , y la muerte será solamente una nueva etapa incierta, así como fue incierta toda su vida.

20. Si alguien le dice que ahora usted no hace nada de importancia, no se preocupe. Lo más importante ya fue hecho: usted y su historia, buena o mala, ya sucedió!

Recuerde lo que dice Mario Benedetti:

“No te rindas, por favor no cedas aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento. Aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños, porque cada día es un comienzo nuevo, porque ésta es la hora y el mejor momento”.

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http://elportaldeolgaydaniel.blogspot.com.ar/

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¿DE QUIÉN ES ESE NIÑO? - Por Eduardo Juan Salleras


El Hombre del Carro XIII

¿DE QUIÉN ES ESE NIÑO?
Por Eduardo Juan Salleras, 24 de enero de 2014.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente.
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Siempre hay alguno que me trae a recuerdo a El Hombre del Carro. Aquel viejo vagabundo que circulaba por los caminos de la tierra de nadie – donde vivo es un poco así – con sus dos caballos de tiro, uno siempre de descanso, los dos perros, una lona grande para cubrirse los días de lluvia, y todo el romanticismo del trotamundos.

La gente no se olvida de él, y cuando me lo recuerdan me vienen a la memoria distintas historias vividas con este personaje, incluso algunas que ya son leyendas regionales, de las que no necesariamente haya participado yo en ellas.

Entre estas una que dice que cierto día encontró un niño recién nacido en la cuneta.

Bien arropado, sobre unos pastos secos que lo aislaban del suelo, y una chapa correctamente colocada que le hacía de reparo por encima.

Nuestro amigo se acercó en busca de la chapa y mientras se arrimaba escuchó el llanto de un niño. Suele decirse en el campo para asustar, que en algunas taperas (casas abandonadas) se escucha un bebé que llora y eso aterra.

Entonces se asustó y ojeando alrededor, buscó con la mirada una razón a lo que sucedía. Luego, después de serenarse y controlar la situación que tenía como escenario, entendió que el fenómeno venía de abajo de la chapa que él pensaba llevarse, incluso estimó desistir de ella ante el lloriqueo, pero, muy despacio se acercó al lugar y con una varilla intentó desde lo más lejos posible levantarla para mirar qué había debajo.

Nuestro amigo cayó sentado del susto o de la impresión, al ver a aquel angelito allí abandonado.

Lo curioso es que el niño tenía sus mismos ojos azules, tez rosada y el cabello negro, igual que él.

Se cruzó de brazos, puso su mano en la barbilla, y sin arrimarse lo contempló a la distancia, porque aún no estaba seguro de la veracidad de lo que estaba viviendo. Incluso volvió para atrás e intentó comenzar de nuevo… y ahí seguía el bebito, ya no llorando sino muy tranquilo… y lo miraba.

Y bueno, se dijo el Hombre del Carro: - no lo voy a dejar acá, y lo tomo entre sus brazos, lo llevo a su carruaje, lo acomodó bien, fue a buscar la chapa que le interesaba, y al moverla había un biberón y un sobre con algo de dinero y una línea que decía: “esto es para comprar la leche”.

Claro, el problema era que el pueblo más cerca estaba lejos, y en un coche a caballo más todavía.

No había casas cerca donde pedir, inclusive a quién contarle lo que le pasó, y porque no, depositar el niño ahí y seguir el viaje.

Aunque el infante ahora estaba tranquilo, solamente lo miraba sin quitarle los ojos de encima al viejo.

Nuestro querido amigo no podía creer lo que le estaba pasando, - justo a mí, (se decía a sí mismo) - en qué me metí, pero no lo puedo dejar ahí tirado, se va a morir (analizaba en su interior).

Andando un rato más, vio un potrero donde había vacas recién paridas, el asunto era cómo, en medio del campo, ordeñar una madre mestiza.

El hombre había sido un buen criollo en sus tiempos mozos y llevaba consigo el remanente de aquella época de yerras y arreos, de trabajos rurales interminables. Tomó entonces aquel lazo que nunca se decidió a vender, algunas maneas que utilizaba siempre para atar algo y un balde lechero viejo de chapa galvanizada que lo usaba para el agua.

¿Cómo conseguir arrimarse a la vaca lo suficiente como para poderla enlazar? Era la cuestión.

Eligió entre el rodeo alguna cuya cría tenga no menos de una semana y llevándola despacio hacia un rincón, la dejó allí un ratito para que se tranquilice. Le permitió pastar y cuando su cría se acercó a mamarla, revoleó suave su lazo un tanto duro por el desuso, y como si nunca hubiera dejado la actividad, cayó en el cuello de la vaca y enseguida a correr en busca del poste más cercano para poderla palenquear rápidamente, reducirla y así ordeñarla.

A pesar de que todo parecía salir redondo no logro ahorrarse un par de revolcones que, a su edad, le recordaron algunos dolores crónicos.

Pero ya estaba allí, buscó arrimarla lo más posible al poste y luego, esquivando alguna patada, alcanzó a manearla.

Le dejó al ternero una teta para que la vaca se tranquilice y luego sí, con sus dedos un tanto deformados por los años y la artritis, como en sus mejores tiempos, ordeñó unos 4 litros de leche.

Suficiente, pensó, y prolijamente desató al animal, largándolo con su hijo.

Hirvió lo suficiente para el niño…

Un día mientras mateábamos en la punta del boulevard le pregunté: - ¿es cierto ese cuento del niño que UD encontró?

Luego de un corto silencio me dijo: - Sabe, era verdaderamente muy parecido a mí… ¡las explicaciones que tuve que dar en el hospital porque todos miraban al bebe, luego me miraban a mí y me preguntaban quién era la madre! Pensaban que era mío y que me lo quería sacar de encima. Ya estoy demasiado grande…

- ¿Lo volvió a ver?

- Sí, cada tanto cuando voy por ese pueblo… lo tiene una familia… año que pasa se parece más a mí… es notable.

- Y Ud., ¿tiene hijos?

- Y algunos he dejado en el camino.

- ¿Nunca pensó que ese niño puede ser un nieto suyo?

Bajo la cabeza, acomodó con la punta de los dedos la bombilla de un mate bastante lavado, y con la cabeza gacha, levantó la vista, como espiándome por debajo de las cejas, y me miró fijo sin decir nada.

Luego hizo un gesto que entendí por: “puede ser”, y permaneció callado un rato hasta que encontró el momento justo para cambiar de tema.

¿Habrá sido?
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Dientileche, el País de los Niños